• Ei tuloksia

B) Relaciones de identidad metafórica

2.1.10. Relación intrínseca

2.1.10.2. Genitivo objetivo

El uso de la preposición de para marcar el objeto directo de un verbo sustantivado constituye una continuación directa del llamado genitivus objectivus del latín, por lo cual sería posible constatar que se trata, en realidad, de una simple continuación sintáctica de usos anteriores. No obstante, aunque desde una perspectiva funcional la aparición de de parece deberse simplemente a la necesidad de un elemento de combinación sintáctica (cf. Bosque 2007: 66), a la luz del desarrollo propiamente románico de este uso de de —constituyen hoy un uso extendidísimo y típico de la lengua escrita las expresiones del tipo la construcción del nuevo edifico de la Facultad de Filología está programada para finales de este año— parece posible emparentarlo con el valor relacional que tiene de cuando expresa tema o asunto, es decir, al introducir el complemento de expresiones como hablar de política o un libro de historia87. Es decir, aunque hemos incluido los ejemplos de genitivo objetivo en este capítulo debido a que la estructura corresponde al genitivo latino y la relación posesiva, semánticamente demuestran semejanzas obvias con las llamadas relaciones de tema/asunto (cf. Granvik 2008). De este modo, podríamos considerar que la categoría de objeto, como caso límite que es, constituye el nexo entre la posesión y la relación temática.

Los ejemplos de genitivo se dejan agrupar de forma natural según el tipo de sustantivo núcleo: es decir, según se trate de casos obvios de nominalizaciones, como las acabadas en -ción, -sión, -(n)za, -(n)cio y -miento, o de nominalizaciones no afijales que simplemente se refieren a actividades verbales vistas como un todo (cf. Langacker 1987: 247):

A) Infinitivos

(553) Al cargar de las archas veriedes gozo tanto! (Cid) B) -dor

(554) ponedora de huevos (Corbacho, II-1) C) -ción, -sión

(555) La misma noche que llegó hizo nuestro escolín ostentación de sus habilidades (Campazas, 6)

D) -cia, -za

(556) ¡O virtud enuejecida!. ¡O gloriosa esperança de mi desseado fin!

¡O fin de mi deleytosa esperança! ¡O (Celestina, 1) E) -miento, -mento

(557) ¡Y en la otra faltriquera el nombramiento de mi sobrino!

(Sombrero, 21) F) No-afijales

(558) la costumbre lo había hecho insensible, la vista de aquel cadáver había llegado a conmoverlo. - (24, Conserje)

87 Estos usos de de los trataremos más adelante (apartados 2.2 y 3.4 para los contextos nominales y verbales respectivamente.

Respecto de las frecuencias relativas de las construcciones de objeto, se observa el carácter levemente ascendente de la curva de la Figura 25. Esto parece deberse, principalmente, a dos grupos específicos: los terminados en -dor y -ción, respectivamente. Mientras el primero predomina en los primeros siglos, el segundo lo hace en los tres últimos siglos, como lo demuestran los datos de la Tabla 12.

0 % 1 % 2 % 3 % 4 % 5 % 6 %

sXIII sXIV sXV sXVI sXVII sXVIII sXIX sXX

% de ejemplos por época

Figura 25. Frecuencias relativas de la relación de objeto por siglos.

Infinitivos -ción,

-sión -cia -miento,

-mento -dor

no-afijales Total n

siglo XIII 18 % 0 % 0 % 0 % 45 % 36 % 100 % 11

siglo XIV 2 % 5 % 2 % 21 % 48 % 21 % 100 % 42

siglo XV 5 % 31 % 13 % 9 % 28 % 15 % 100 % 80

siglo XVI 27 % 9 % 9 % 0 % 27 % 27 % 100 % 11

siglo XVII 2 % 17 % 15 % 0 % 23 % 42 % 100 % 52

siglo XVIII 0 % 52 % 1 % 6 % 22 % 19 % 100 % 99

siglo XIX 0 % 31 % 7 % 15 % 15 % 33 % 100 % 55

siglo XX 0 % 38 % 2 % 4 % 25 % 31 % 100 % 48

Promedio 3 % 31 % 7 % 8 % 26 % 26 % 100 % 398

Total 11 123 26 32 104 102 398

Tabla 12. Frecuencias relativas de las diferentes terminaciones por siglos.

Lo curioso es, quizá, que las frecuencias de uso correspondientes al siglo XV sean tan elevadas, especialmente si lo comparamos con las de los últimos dos o tres siglos. No obstante, los tipos de ejemplos que están detrás de las dos columnas más altas son diferentes: en el siglo XV, por ejemplo, todos los grupos están representados, y ninguno tiene un claro predominio; en cambio, en el siglo XVIII —el segundo siglo que más ejemplos presenta— las

nominalizaciones de -ción constituyen más del 50 % de los ejemplos y ya no aparecen casos del infinitivo (cf. la Tabla 12).

A) infinitivos

Con respecto al primero de los grupos analizados, cabe destacar que, aunque el infinitivo formalmente representa de manera más transparente el carácter originariamente verbal de la nominalización, este es claramente el grupo con menor número de ejemplos (solo 10 de 398 ejemplos). Además, es interesante notar que la construcción con infinitivos alcanza su mayor frecuencia en nuestro corpus en el siglo XV, con un 27 %; además, en nuestro corpus este uso no llega más allá del siglo XVII88. Esto se nota claramente en los datos de la Tabla 12.

B) -dor

Una construcción de objeto muy típica de nuestro corpus la constituyen los sustantivos terminados en -dor, -tor y -or, en los que, dado que estos hacen referencia explícita al agente de la acción verbal, es patente el aspecto activo (cf. Bustos Gisbert & Santiago Lacuesta 1999: 4542).

Formalmente, el grupo es algo heterogéneo, pues incluye, por un lado, casos como autor y lector, que no son realmente derivaciones deverbales sino cultismos más bien independientes; y, por otro lado, derivaciones de verbos del tipo hacedor o defendedor, etc., expresiones que hoy en día resultan poco frecuentes, pero que abundan en la época medieval89. Lo que todos tienen en común, sin embargo, es el carácter activo del sustantivo núcleo que hace que el complemento introducido por de se equipare a un objeto transitivo, como lo ilustran los siguientes ejemplos:

(559) que son de los fideles siempre engannadores. (Milagros) (560) Dios poderoso e defendedor de las biudas e de los huérfanos

(Zifar)

(561) Dios verdadero, hacedor, ordenador y componedor de todas las cosas (Corbacho, Prol.)

(562) ¡O qué comedor de hueuos asados era su marido! (Celestina, 1) (563) Espantado el matador de culebras qué podría ser aquella llave,

miróla sacándomela (Lazarillo, 2)

(564) aunque reverencian a Dios como autor de todo bien, (Teatro, Voz §6)

88 En contraste con esto, en la construcción del genitivo subjetivo los infinitivos aparecen también en las obras del siglo XX (cf. el ejemplo (546) arriba).

89 Cabe tener en cuenta que el objetivo de nuestra presentación es, ante todo, descriptivo, por lo que no nos hemos detenido en las posibles dificultades de clasificación (véase Bustos Gisbert &

Santiago Lacuesta 1999 para una discusión y referencias más detalladas). Así, para nosotros el grupo de los sustantivos acabados en -dor, -tor, etc. lo constituyen simplemente todos los ejemplos que traigan esta terminación.

(565) Y por esto os digo, lectores de mi NIEBLA, soñadores de mi Augusto Pérez (Niebla, Historia)

(566) ni en los afiladores de lápices, ni en la circulación de la sangre.

(Colmena, 1)

Es curioso notar cómo solo el último ejemplo, (566), corresponde a un sustantivo del tipo instrumental, mientras que todos los otros hacen referencia a personas, con lo cual la interpretación es siempre la de agente. Son claramente más frecuentes en todas las épocas los sustantivos de agente

―identificadores‖ (cf. Bustos Gisbert & Santiago Lacuesta 1999: 4543-4), mientras que los pocos ejemplos de instrumentales aparecen en los textos posteriores al siglo XIX90.

Desde el punto de vista cronológico, las construcciones con -dor, -tor, etc. destacan por su considerable frecuencia, contando con más del 25% de los ejemplos de esta categoría. En las obras de nuestro corpus, su frecuencia relativa varía entre el 15% del siglo XIX al 48 % del siglo XIV91. Por otro lado, estas mismas frecuencias parecen indicar que las construcciones con -dor, -tor sufren un paulatino descenso de su uso, como revelan los datos de la Tabla 12 arriba. La misma tendencia se nota en el hecho de que el vocabulario se va limitando cada vez más en las épocas posteriores, siendo autor y lector los únicos ejemplos que se repiten con bastante frecuencia. Como se puede observar en la Figura 25 (arriba), la mayor concentración de ejemplos ocurre en los siglos XV, XVII, XVIII y XIX.

C) -ción, -sión

Los derivados en -ción, -sión, en cambio, constituyen un grupo de ejemplos cuyo uso parece ir aumentando con el tiempo (cf. los datos de la Tabla 12). De una casi completa ausencia en los textos de los siglos XIII y XIV alcanzan un 31 % en el siglo XV y un promedio de casi el 40 % en los últimos tres siglos. Como constatan Bustos Gisbert & Santiago Lacuesta (1999: 4531-2), la mayor parte de los derivados en -ción admiten la interpretación de cualidad, acción o ambas, entre las cuales la de acción es fácilmente observable en los siguientes ejemplos extraídos de nuestro corpus:

(567) D'esta son ocasión el mucho conversar (Rimado, 365) (568) reprobación de loco amor (Corbacho, Prol.)

(569) Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en Sodoma. (Celestina, 1)

(570) en la ostentación que hacen de los vicios. (Desengaños)

90 En nuestro corpus encontramos una excepción, pelador de pez, que aparece en el Corbacho, correspondiendo, pues, al s. XV.

91 Con respecto a los ejemplos típicamente medievales, cabe recordar que en la Edad Media existía una perífrasis formada por ser + sustantivo en -dor, como ser facedor, construcción que, sin embargo, no sobrevive en la lengua actual (cf. Yllera 1980: 329-330).

(571) niegan la venida de Santiago el Mayor a España, y a este reino la posesión de su sagrado cadáver. (Teatro, Amor §4)

(572) hasta la mitad de él no hacen mención del rico de Campazas los anales (Campazas, 2)

(573) En cuanto a la ejecución de esta pieza, basta decir que los actores se esmeraron a porfía en acreditarla (Niñas, Advertencia) (574) esta que me he forjado sobre la visión fugitiva de aquellos ojos,

de aquella yunta de estrellas en mi nebulosa (Niebla, II) (575) que no haya un rigor en la clasificación de los valores

intelectuales, (Colmena, 2)

(576) ojos acusadores de la niña y su expresión de disgusto (24, Madre)

Estos ejemplos precisan de algunos comentarios: en primer lugar, cabe destacar que existe una diferencia entre el sustantivo ocasión del ejemplo (567), que no es propiamente deverbal, y los otros. Este ejemplo tampoco es el más prototípico de las relaciones de objeto por su semántica, En cambio, revela bastante bien cómo el complemento introducido por de, aquí d‘esta, constituye el punto final de la cadena de acción: de mucho conversar se llega a esta, de ahí que al lado de expresar el complemento directo de un verbo sustantivado este ejemplo sea una buena muestra de cómo las relaciones establecidas por de a veces pueden llegar a tener valores que se acercan a la finalidad (cf. el apartado 2.2.3 abajo). En segundo lugar, podemos mencionar los sustantivos posesión, mención y expresión, que representan casos que se repiten con alguna frecuencia en las diferentes obras de nuestro corpus.

D) -cia, -cio, -za

Pasando al cuarto tipo de derivados nos encontramos con un grupo bastante pequeño pero aun así heterogéneo en el sentido de que consta de sustantivos terminados en -cio, -ncia, -nza92. Como indican Bustos Gisbert &

Santiago Lacuesta (1999: 4583), ―el significado básico de este sufijo es el de

―«acción» o «resultado de esa acción»‖, lo que está en perfecta consonancia con su uso como núcleo de un complemento preposicional que indica el objeto directo de la acción verbal. Como vimos arriba (ejemplo (556) y la Tabla 12), los ejemplos de este grupo son relativamente escasos y tienen una distribución que no nos permite concluir ni que su uso vaya en aumento ni en descenso. Así, bástenos, por el momento, presentar algunos ejemplos de la variación que existe entre las diferentes obras.

(577) mantenençia de la buena dueña (Zifar)

(578) Maldecir del malo, loanza es del bueno (Corbacho, Prol.)

92 En su tratamiento, Bustos Gisbert & Santiago Lacuesta (1999: 4580 y ss.) solo incluyen las terminaciones -ncia y -nza, pero dados nuestros objetivos meramente descriptivos, hemos considerado oportuno incluir también algunos casos formalmente parecidos, como -cio/-io en, por ejemplo, servicio y exterminio.

(579) que el amor del seruidor al seruicio del señor prende, quanto lo contrario aparta. (Celestina, 1)

(580) olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza (Quijote, I) (581) su carencia de toda libertad municipal o política (Sombrero, 1) (582) no, porque tú eres joven todavía y no tienes experiencia de la

vida. (Niebla, VII)

Aquí figuran, pues, los sustantivos más frecuentes, servicio, ejercicio y esperanza (del ejemplo (556)) que se repiten en casi todas las épocas. Es interesante asimismo el ejemplo (582) que parece semánticamente ambiguo: a nuestro modo de ver, puede interpretarse la vida bien como objeto directo del verbo sustantivado experimentar, bien como un complemento de origen, es decir, la vida como la fuente abstracta de la que se extrae la experiencia;

finalmente, tampoco parece descabellado interpretar la vida como el tema/asunto de la experiencia, es decir, la experiencia trata de la vida y no, por ejemplo, del amor.

E) -miento, -mento

La terminación -miento, -mento, por su parte, tampoco constituye un grupo de ejemplos que vaya aumentando de frecuencia o perdiéndose, si bien tiene una distribución cronológica marcadamente irregular, con una ausencia completa de ejemplos de los siglos XIII, XVI y XVII frente a más del 15 % de los ejemplos de objeto en los siglos XIV y XIX. El único sustantivo que se repite a lo largo de los siglos es conocimiento (en realidad, este sustantivo corresponde a 10 de los 32 ejemplos con -miento), mientras que los otros aparecen más esporádicamente. A continuación se presentan unos ejemplos representativos de nuestro corpus:

(583) que dieron entendimiento de buenos enxienplos e de buenos castigos (Zifar)

(584) Del gobernamiento de la república (Rimado, Gobernamiento) (585) por más venir en conocimiento de ello (Corbacho, II-7)

(586) Guillermo Harveo, contra quien, por el noble descubrimiento de la circulación de la sangre, declamaron furiosamente los médicos de su tiempo (Teatro, Prólogo)

(587) las formas más eficaces para alcanzar el mejoramiento de la clase obrera, (Colmena, 2)

Merecen comentario aparte los ejemplos (584) y (587): el primero puesto que en él aparece un sustantivo que hoy en día parece de escaso uso, siendo la alternativa la forma breve gobierno (cf. la discusión de los derivados no afijales más adelante). El segundo, presenta una doble interpretación: la clase obrera puede interpretarse bien como el objeto bien como el sujeto de la acción de mejoramiento; ya que en el contexto no se especifica el sujeto activo de la acción de mejorar, este papel puede corresponder a la clase obrera misma.

F) No afijales

Como al menos parcialmente indica el nombre, el último grupo que presentaremos está constituido por sustantivos núcleos que no se adhieren a determinado tipo formal de nominalización. Por este motivo los ejemplos constituyen un grupo formalmente heterogéneo, si bien todos los sustantivos núcleos expresan esencialmente lo mismo en términos semánticos: una acción verbal nominalizada. He aquí algunos ejemplos llamativos de las diferentes épocas:

(588) Non pudieron ellos saber la quenta de todos los cauallos. (Cid) (589) en esta proeva de los amigos (Zifar)

(590) les parece estar en gloria, con deseo de mucho más (Corbacho, II-3)

(591) Y como debió sentir el huelgo, a uso de buen podenco, por mejor satisfacerse de la verdad […]abríame la boca más de su derecho (Lazarillo, 1)

(592) si segundara con otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara. (Quijote, III)

(593) En orden a la justicia de las guerras y ventaja en el manejo de las armas es donde más riñen las plumas. (Teatro, Amor §4)

(594) nombre que dio Calderón a algunos amantes de sus comedias.

(Niñas, III)

(595) no se fue a la ciudad, sino al pueblecillo... en busca de su esposo.

(Sombrero, 26)

(596) Vamos, habla, Liduvina... ¡por la memoria de mi madre!...

(Niebla, IV)

Notamos, en primer lugar, cómo la mayoría de los sustantivos corresponden a raíces verbales, de ahí la denominación de derivados no-afijales. Por otro lado, aparece también el caso de memoria, que carece de correspondencia verbal directa y asimismo la expresión en busca de, podría considerarse un caso de locución adverbial/prepositiva. No obstante, consideramos que la semántica de los núcleos en cuestión, a saber, memoria y busca, respectivamente, se corresponde con el grupo de las nominalizaciones deverbales, por lo que hemos decidido incluirlos aquí. En segundo lugar, queda patente, una vez más, —y más claramente en unos casos que en otros— la estrecha relación existente entre las construcciones de genitivo objetivo y las de tema/asunto: con deseo, necesidad y, especialmente, memoria, la idea temática parece obvia. Estos sustantivos claramente ―tratan de‖ o

―conciernen‖ algo, su tema; en los otros núcleos, en cambio, esta idea es de importancia secundaria. Sin embargo, parece tentador decir que en cada verbo sustantivado (o nominalización) la estructura argumental del sustantivo se ve modificada de modo que adquiere una natural inclinación por la interpretación temática. Así, lo que para un verbo es un obvio caso de objeto directo, para la sustantivación de este verbo, fácilmente, pero no siempre ni en el mismo