• Ei tuloksia

El último subgrupo de la categoría de posesión atípica contiene un número de ejemplos difíciles de clasificar. En muchos casos la relación que se establece demuestra poca adherencia a la idea de posesión, con lo cual estos ejemplos pueden considerarse un preludio de la categoría siguiente:

(330) Por tanto, mi hijo, dexa los ímpetus de la juuentud (Celestina, 1) (331) no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que

alguno que las (Lazarillo, Prol.)

(332) [los que] se obstinan en perpetuar las tinieblas de la ignorancia.

(Niñas, Advertencia)

(333) carne de mi espíritu y espíritu de mi carne, mundo de la

conciencia sin espacio ni tiempo en la que vive, (Niebla, Historia)

Así pues, en lugar de que los ímpetus realmente pertenezcan a la juventud en (330), nos parece más razonable suponer que estos son una característica de la juventud, como si fueran implicados por la última. De manera parecida, el olvido, la ignorancia y la conciencia no poseen ni real ni metafóricamente sepulturas, tinieblas o el mundo, sino que en realidad estas últimas ideas se identifican con sus complementos (cf. Escandell Vidal 1995: 51). Otra vez, pues, en estos casos cabe recurrir a la idea de los puntos de referencia, pues considerada desde esa perspectiva la relación entre los dos elementos cobra sentido: en (330) es a través del elemento regido que ganamos acceso al ámbito del núcleo, ímpetus, es decir, sabemos con más detalle que se trata de ímpetus que se relacionan justamente con la juventud.

2.1.6. Puntos de referencia, o relaciones pseudo-posesivas

La sexta categoría del contexto adnominal es la última que todavía puede considerarse una extensión más o menos clara de la relación posesiva, si bien los ejemplos semánticamente tienen poco en común con los casos de posesión prototípica, como la casa de Mío Cid. Desde una perspectiva cronológica, la categoría destaca por ser muy poco homogénea: el número de ejemplos varía desde unos pocos a más de sesenta. Como es de esperar teniendo en consideración los comentarios que hicimos al respecto en el apartado anterior, las obras en las que más frecuentemente aparecen los ejemplos de este tipo son el Teatro crítico universal, el Fray Gerundio de Campazas y Niebla. En realidad, en estas tres obras aparecen casi la mitad de todos los ejemplos, lo que se corresponde claramente con el carácter abstracto y filosófico de estos textos.

Así, podemos empezar la descripción de la categoría con una serie de ejemplos llamativos de estas obras, que se caracterizan por ser bastante difíciles de describir de manera transparente:

(334) no juzgue que es su patria la mayorazga de la naturaleza (Teatro, Amor §3)

(335) la cual va a precaver el desaliento de su partido en los reveses de la fortuna. (Teatro, Amor §4)

(336) establecer en el mundo la monarquía de su doctrina, desacreditando todas las demás, (Teatro, Voz §3)

(337) Hasta aquí la excelsa ingratitud de tu soberanía ha oscurecido en el ánimo, a manera de clarísimo esplendor, las apagadas antorchas del más sonoro clarín, con ecos luminosos, a impulsos balbucientes de la furibunda fama. (Campazas, 2)

(338) Trompeta sonora del último jubileo, precursora de la hiperbólica Eva (Campazas, 7)

(339) Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de la vida. (Niebla, I)

(340) Y veo que hay canarios providenciales. ––¿Quién conoce los caminos de la Providencia? (Niebla, VI)

Para ilustrar de qué manera estos ejemplos eluden el análisis, nos permitiremos comentar en más detalle el último ejemplo (340). Aquí hay tres interpretaciones posibles, sin que estemos en condición de poder afirmar con seguridad que una sea preferible a otra. En primer lugar, partiendo del núcleo, caminos, se puede asociar su significado con las connotaciones geográficas que tiene, es decir, suponer que los caminos tienen que encontrarse en alguna parte del espacio físico (aunque sea en un plano metafórico) y, por consiguiente, interpretar la Providencia como un lugar metafórico donde se encuentran dichos caminos (relación locativa). Otra alternativa, que igualmente recurre a metáforas, sale del sustantivo regido, Providencia, y lo asocia a su relación con lo divino, es decir, si la Providencia representa a la voluntad de Dios, puede actuar como Dios, o sea, como una persona, con lo cual el núcleo caminos se relaciona con un poseedor animado (providencia personificada) y la relación es una de posesión abstracta: ―los caminos que tiene a su disposición y que puede seguir la Providencia‖. En tercer lugar, en un nivel más esquemátivo, es posible dejar de lado los mundos figurados de las metáforas y centrarse en que se trata sencillamente de una relación entre dos sustantivos, caminos y Providencia. Esta relación está expresada de manera que este modifica a aquel, funcionando Providencia como el punto de referencia que da acceso al núcleo y hace explícito de qué caminos se trata. Cabe notar que esta última interpretación de inspiración langackeriana no imposibilita de ninguna manera las dos primeras, sino que partiendo de la idea de punto de referencia siguen siendo perfectamente admisibles las dos anteriores. De ahí la denominación de representación esquemática: o se da una interpretación geográfica de lugar o una de cosa personificada al término modificador de Providencia.

Teniendo esto en cuenta, el análisis de los ejemplos es bastante transparente, pues todos corresponden a casos más claros que los que acabamos de comentar. En total, pueden distinguirse tres grupos diferentes según el tipo de relación, a saber:

A) Pseudo-posesivas

(341) ¡Oh, señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, socorred a este vuestro caballero (Quijote, VIII)

B) Relaciones de tiempo

(342) Llegó el día de la partida (Desengaños) C) Puntos de referencia

(343) Señora, [hablo] con aquella vieja de la cuchillada, que solía viuir en las tenerías (Celestina, 4)